miércoles, 27 de octubre de 2010

Las zarpas donde pueda verlas...



Una de las pegas que muchas personas encuentran a tener un gato es el tema de las uñas. Con ellas, nuestros amigos peludos se defienden, se agarran a distintas superficies para afianzar el paso, trepan, marcan su territorio... Nos arañan, destrozan el sofá, se suben por las cortinas...

Tener un animal suelto por casa, tiene ese tipo de problemas, que son animales y no dejan de serlo por convivir con nosotros.


Cuando un gato nos araña jugando, no intenta hacernos daño, es sólo que nuestra piel es demasiado frágil y le falta la capa de pelo que podría tener un compañero de juegos de su especie. En cuanto al sofá, los gatos necesitan "trabajar" sus uñas para que las capas viejas se suelten y dejen paso a las nuevas. Además, al arañar, segregan una sustancia con su olor que marca el lugar como parte de su territorio. Las cotinas son un juguete como otro cualquiera. ¡Hasta cuelgan y todo! ¿Quién no querría intentar trepar por ellas? 

Muchos de estos problemas se solucionan con educación y poniendo a disposición del gato otro tipo de rascadores y juguetes más apropiados (al menos desde nuestro punto de vista). No obstante, si a tu gato le encanta el sofá, o es un poco bruto jugando, es posible que no puedas erradicar esos malos hábitos por completo y, sintiéndolo mucho, tendrás que aprender a vivir con ello.

No obstante, existen un par de cosas que puedes hacer para minimizar el impacto. 

Cortar frecuentemente las uñas del gato para dejarlas romas puede ser un primer paso. Eso sí, ten cuidado al hacerlo, pues sólo debes cortar la punta. Puedes pedir a tu veterinario que lo haga él, o que te enseñe, para no dañar ni las venas, ni el nervio que hay dentro de la uña. 

Además, en el mercado, existen unas fundas para las uñas que podrías probar. Se pegan sobre la uña del animal, pero no son afiladas, por lo que no se enganchan en la tela ni en la piel, eliminando parte del problema. A tu gato no le gustarán e intentará quitárselas, no tengas la más mínima duda; pero algunos se acostumbran a llevarlas y llega un momento en que nos les dan importancia.

Lo que nunca, y bajo ningún motivo, debéis siquiera platearos es "quitarle las uñas al gato", como me decía el otro día una persona sin ningún tipo de conocimiento de lo que significaba lo que estaba planteando. 

Quitarle las uñas al gato supone cortarle la primera falange de cada dedo.

¿Os imagináis vuestra vida si os quitaran la primera falange de cada dedo de la mano y el pie? ¿Cómo os sentiríais? ¿Cómo caminaríais? ¿Os dais cuenta de que, cuando andamos (y los gatos también), la última parte del pie que toca el suelo es, precisamente, la última falange del dedo y que, sin ella, no podríamos equilibrarnos adecuadamente? 


Cuando le quitamos las uñas a un gato, estamos mutilándole brutalmente, por eso las protectoras de animales y criadores respetables prohiben de forma expresa este tipo de comportamiento hacia los animales que entregan. Les quitamos su medio básico de defensa, de agarre en superficies deslizantes, de equilibrarse en las alturas, de caminar con normalidad... Todo ello, trae problemas en las articulaciones y la espalda que acabarán pasándole factura, además de volverle más inseguro, tanto al moverse, como si ha de enfrentarse a algo que le asusta.

No seamos brutos. Si no queremos un gato, no lo tengamos; pero no mutilemos a un pobre animal para darnos el capricho de tener algo calentito que acariciar. Si las uñas son un problema tan grande para ti, igual un gato no es la mascota que estás buscando.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Mascotas para niños (IV): El último adiós


Una de las lecciones que los animales, por su esperanza de vida más corta, nos suelen dar es que toda vida que empieza tiene que terminar en algún momento. Éste suele ser siempre un momento trájico y es algo para lo que debemos preparar al niño. 

Muchos padres, ante la muerte de una mascota, intentan ocultar lo sucedido a sus hijos con el fin de protegerlos. Si pueden, algunos intentan comprar una mascota igual (sobre todo si son peces, pájaros o hámsters) con la esperanza de que el niño no se dé cuenta. Si es muy pequeño, puede que le pase inadvertido el cambio, pero lo habitual es que se den cuenta de que el animal ha sufrido algún cambio (una mancha aquí, más tamaño...). También están las típicas excusas de "se ha escapado", "se ha ido con su mamá", "está en una granja con otros animalitos felices como él", "se ha marchado con su novia"...

En cualquier caso, metir al niño, aunque puede hacernos sentir mejor a nosotros, no es necesariamente lo mejor para él. Los padres tendrán que valorar la madurez del pequeño y, en función de su edad, explicarle lo que ha pasado. Esto puede llevar a conversaciones sobre el significado de la muerte y cómo entendemos nosotros que debe afrontarse este proceso. Es importante hablar de ello con naturalidad y explicar a nuestros hijos que, aunque todos echaremos de menos a nuestra mascota, la muerte es algo que forma parte de la vida. 


Si tienes alguna creencia religiosa o transcendente, puede ser una oportunidad de explicar algunos aspectos sobre cómo tu religión o tus creencias afrontan el momento de morir. Si no tienes creencias transcendentes, es una oportunidad de afrontar con tus hijos el hecho de que todos los seres vivos estamos sujetos a las normas de las naturaleza y que esta vida es un regalo que debemos disfrutar, ya que, en algún momento, tocará a su fin. 

Hay que comprender también que para el niño puede ser duro. Comentarios como: "Si sólo era un..."pez, pájaro, ratón, hamster...)" son muy contraproducentes y añadirán más dolor al niño, que se sentirá recriminado por estar pasándolo mal cuando ha perdido algo que para él era importante. Es necesario acompañar ese dolor, dejar que lo exprese y hablar de ello con tranquilidad y ayudándole a entender lo que está pasando.

A veces, podemos anticipar estas situaciones por la edad de la mascota, alguna enfermedad... No tiene sentido que esperéis al último momento para explicar a vuestros hijos lo que la vejez o la enfermedad anticipan. La muerte no debería ser una sorpresa desagradable, sino algo que llega y que el niño sabe que, tarde o temprano, tiene que suceder.


Si tenéis intención de introducir otra mascota en casa, es bueno que habléis con el niño de la posibilidad y que respetéis sus tiempos. Igual quiere esperar un poco. Si no, es necesario que le expliquéis que la nueva mascota no será exactamente como la otra: No hará los mismos trucos, no reaccionará igual ante los mismo estímulos, no le gustarán las mismas golosinas... Y, sobre todo, será un nuevo animalillo al que educar y criar, una nueva oportunidad de tener un amigo que no sustituye al anterior, sino que nos aporta algo nuevo y merece ser valorado por sí mismo.

Un aspecto que debéis tener en cuenta es que quizá no podáis enterrar a vuestra mascota donde queráis, incluso aunque sea vuestro propio jardín o finca. Existen motivos de salud pública para que esto sea así. Enteraos bien de la legislación municipal sobre estos temas para no tener luego un problema.