Uno de los días que nunca olvidaremos es el día en que nuestro cuadrúpedo amigo puso por primera vez la pata en casa, ese día en que todo fue genial o un desastre. Si quieres acertar, sigue leyendo y descubrirás el modo de conseguir que todo salga bien cuando empiece vuestra andadura juntos.
Planea
Como ya hemos comentado en otras entradas, es importante tener claro que adquirir un perro es adquirir una responsabilidad, por tanto, los actos impulsivos deberían quedarse al margen y la llegada de nuestro nuevo compañero debería ser pausada y pautada.
Empieza pensando en cómo llegará a casa, qué zona le dejaremos reconocer primero, dónde estará cada cosa, qué horarios tendrá, qué pienso comerá, cómo será presentado al resto de la familia...
El ajuar
Cada mascota tiene unas necesidades específicas y un "equipamiento mínimo" necesario. El del perro consiste en:
- 2 cuencos, uno para el agua y otro para el pienso
- Pienso adecuado a la edad, tamaño y nivel de actividad del perro
- Una camita
- Collar o arnés (si el ejemplar es joven, mejor ajustable)
- Correa
- Bozal (obligatorio para algunas razas, según la normativa municipal)
- Transportín o cinturón de seguridad para el coche
- Mordedor
- Juguetes
- Caseta (si duerme en el exterior)
- Mucho papel de periódico (si es un cachorro)
Cada cosa en su sitio
Los cuencos de la comida deberían estar en un lugar de fácil limpieza y que no sea de paso, puesto que no es raro que se derrame algo de agua o caiga al suelo algo de pienso.
Es importante que el perro tenga asignado un espacio en la casa, que será "su sitio". En él, colocaremos la camita. Es recomendable que no esté en los dormitorios, a menos que queramos que el perro duerma con nosotros, cosa que no os recomiendo. Además, debemos ser firmes. Aunque lloriquee o ladre, no debemos permitir que duerma fuera del lugar que le hemos asignado para que se acostumbre. Si es un cachorro, puede que eche de menos a su mamá. Un truco para que se tranquilice puede ser pedir al criador que nos deje algún trozo de tela impregnado de su olor y envolver dentro un reloj analógico (de los que hacen tic-tac).
Puede que haya zonas de la casa en las que no queramos que entre. Si es así, hemos de dejarlo bien claro desde el primer momento y no hacer excepciones, porque los animales no entienden las decisiones arbitrarias. Sí o no, no os quedéis en medias tintas. Y lo mismo se aplica a los muebles (como el sofá o la cama) si no queremos que se suba.
Si es un cachorro, es muy posible que aún no tenga control de esfínteres suficiente para aguantar hasta la próxima salida. Además, si no está completamente vacunado, no debería salir, por lo que habrá que buscar un sitio en el que vayamos a permitirle realizar sus micciones y deposiciones. Allí colocaremos el papel de periódico, en cantidad suficiente y bastante extendido. Si podemos limitar su acceso a una sola habitación al principio, sería bueno empapelar todo el suelo, para que no se equivoque. Cuando haga sus cositas en el papel, le felicitaremos. Si se equivoca, diremos un enérgico "no", le llevaremos inmediatamente a los periódicos y, si llega a hacer algo en los papeles, le felicitaremos. Para evitar futuras confusiones, empaparemos un poco de papel en donde cometió el error y lo dejaremos donde queremos que haga sus necesidades y, eso sí, no restregaremos su nariz por encima del error, porque quiero que sepáis que eso no sirve para nada. Por otro lado, si hace sus necesidades fuera del lugar asignado, os aconsejo utilizar un limpiador al limón, que es un olor que suele desagradarles y, por tanto, aumentan las posibilidades de que no lo vuelva a hacer ahí.
La llegada a casa
El perro puede llegar a casa de nuestra propia mano, a través de una agencia de mensajería o quizá nos lo traiga el criador a casa. A mí las empresas de mensajería no me agradan mucho, porque, por muy bien que nos vendan sus servicios, para ellos nuestras mascotas son sólo carga, y como tal las trantan; así que os recomiendo que vayáis vosotros a buscar al perro, si no os lo pueden traer.
Si optamos por la mensajería, debemos informarnos bien cómo se va a realizar el transporte, cada cuánto le darán de comer, asegurarnos de que siempre tendrá agua disponible, que la zona de carga del vehículo esté climatizada... Y, por supuesto, qué pasará si el animal no se entrega en buenas condiciones o muere por el camino (bien sea por cuidados negligentes, bien porque se produzca un accidente durante el viaje).
Una vez en casa, le enseñaremos dónde están los periódicos, la comida y la camita. Le daremos tiempo para explorar tranquilo y, poco a poco, iremos presentándoselo a los miembros de la familia. Hay que hacer comprender a los niños que todo es nuevo para el animal y que no hay que sobresaltarlo.
Si hay otros animales en la casa, nunca los dejaremos solos al principio y daremos atenciones (mimos, cogerle en brazos...) al veterano, pero no al nuevo. Les dejaremos que se huelan y exploren y respetaremos las marcas de jerarquía que quiera hacer el veterano, siempre que sean razonables (podemos dejar a un perro que ya estaba en casa que le ponga una pata encima, pero no que orine por la casa). Si observamos cualquier tipo de acción violenta, los separaremos y regañaremos al agresor, sin premiar al otro. Para la mascota que lleva más tiempo en casa, puede ser dura la llegada del nuevo, así que no debemos permitir que se sienta desplazado.
Visita al veterinario
El día en que el perro llega a casa, ya ha tenido suficientes emociones como para añadir la primera visita al veterinario. Sin embargo, ésta no debe retrasarse más de 48 horas. Si no es al día siguiente, que sea el de después, pero no más. Es importante que comprobemos el estado de salud del animal al llegar y continuar su plan de vacunaciones y desparasitaciones, así como hacer seguimiento de cualquier tratamiento que el animal estuviera siguiendo cuando nos lo dieron.
Con estos sencillos consejos, podemos facilitar mucho el proceso de llegada y adaptación, tanto del perro a la casa, como de los miembros de la familia a su nuevo individuo. Espero que os sean de ayuda.