lunes, 22 de marzo de 2010

El veterinario perfecto


Leyendo el título, muchos pensarán que el veterinario perfecto no existe, y tienen razón. Sin embargo, es bueno tener claros los criterios con los que vamos a decidir en manos de quién vamos a poner la salud de nuestra mascota.

Mucha gente elige al veterinario que más cerca le queda de casa, por una cuestión de comidad. Es cierto que para poner una vacuna o deparasitar a nuestro perro o gato, cualquier persona que se haya sacado la carrera de veterinaria puede valer. Sin embargo, ¿qué pasará cuando el animal esté enfermo de verdad? ¿Y si tenemos una urgencia? ¿Quién lo va a operar? ¿Y habrá anestesista? Pero, yo no tengo un perro, ni un gato, tengo un mono ardilla, ¿cualquier veterinario servirá?

Lo primero en lo que nos debemos fijar es en la higiene. Si la clínica está sucia y descuidada, no esperes que el veterinario sea mucho más limpio y cuidadoso con tu mascota. Es normal que un lugar en el que entran personas y animales a lo largo de todo el día no esté como los chorros del oro a última hora de la tarde, pero si sistemáticamente huele moho, hay mucho polvo acumulado, da sensación de suciedad... Yo no me quedaría.

Lo siguiente es el trato humano, y digo "humano", porque el veterinario (y su personal) debería tratar de modo adecuado, tanto al dueño, como a la mascota. Los veterinarios suelen serlo por vocación, así que suelen tratar con bastante amabilidad a los animales. Sin embargo, si es rudo, coge al animal de cualquier manera o te trata de forma desagradable, seguro que podrás encontrar a alguien mejor.

Sin embargo, aunque todo esto está muy bien, lo que realmente importa es que sea un buen profesional. Debería hablarnos siempre con claridad, explicarnos qué le pasa al animal y qué procedimientos se van a seguir para solucionar el problema. Debería evitar tratamientos invasivos innecesarios, así como cualquier intervención quirújica superflua (y recordad que esterilizar al animal no es superfluo). Además, en caso de que tu mascota tuviera una enfermedad un poco especial (displaxia de cadera, alergias, problemas cardiacos...), te debería derivar a un especialista. Y, por supuesto, si queremos pedir una segunda opinión sobre cualquier diagnóstico o tratamiento, debería facilitarnos toda la información que el otro veterinario pueda necesitar.

En el caso de animales exóticos, yo recomiendo buscar directamente un especialista. Igual queda más lejos de casa y es más incómodo, pero nos dará mayores garantías que el veterinario del barrio.

Lo bueno del veterinario es que, como nosotros pagamos, nosotros elegimos; aunque también es una pega, porque podemos encontrarnos con sanitarios sin escrúpulos dispuestos a hacer cualquier perrería a nuestra mascota con tal de sacarnos los cuartos. Por supuesto, los buenos profesionales no hacen eso, pero debemos andarnos con ojo cuando demos con un veterinario demasiado amigo de las pruebas diagnósticas. Si nuestro gatito viene de un criadero serio, sus padres están testados de leucemia dando negativo y han pasado directamente de su casa a la mía, ¿de verdad es necesario que le hagan la prueba de leucemia antes de vacunarlo? (Esto es un ejemplo, pero es el tipo de razonamiento que deberíamos hacer)

En esos casos, cuando nos encontramos con que el veterinario quiere hacer muchas y costosas pruebas a nuestras mascotas, deberíamos plantearnos buscar una segunda opinión. Si están indicadas, adelante; pero no debemos permitir que nos tomen el pelo, especialmente porque hay muchas pruebas que en las personas son incómodas y para las que las mascotas son anestesiadas. No permitas que anestesien innecesariamente a tu animal de compañía.

Si aún no sabes a qué veterinario llevar a tu mascota, tampoco te angusties. No pasa nada si empiezas llevando a tu mascota a uno y, como no te convence, te cambias.

Una buena estrategia suele ser preguntar a los vecinos que tienen mascotas sobre el veterinario al que ellos llevan a su animal de compañía. Puedes obtener buenas referencias de algunos y malas de otros, que te ayuden a decidirte.

Un último conejo: No conviertas a tu veterinario en la tienda de animales. Si quieres comprar pienso, una correa, un juguete... Mejor en otros sitio (incluso a otro veterinario). Así evitarás las tentaciones de que te vendan cosas que realmente no necesitas.

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